miércoles, 12 de octubre de 2011

¡He vuelto!

Llevo mucho tiempo sin escribir, creo que todos sabéis por qué: ya empezaron las clases y la monotonía se está haciendo presente también en Roma. Pero, por suerte, estoy de Erasmus y siempre hay alguna batallita que se puede contar (otras me las callaré, no es bueno hacer pública toda mi vida ¡que esto es Internet, a saber donde termina esa información!).

Bien, explicaré lo importante, y para ello iré al día por el que todo el mundo me odia: pic nic en el Circo Massimo. Fue el día después a la Eurodinner, en la que debo decir que nuestras torrijas triunfaron y donde conseguimos una camiseta por nuestra cara bonita. Pues bien, allí fuimos a seguir comiendo. Llegamos tarde, para no variar, y nuestro querido repartidor de regalos nos mandó a continuar con la gincana en la que resultó que estuvimos dos minutos y en el grupo ganador. Va a ser que nos van a regalar otra camiseta. Mejor dos que una, ¿no?
Después de la comida en el Circo Massimo compuesta por pizza, principalmente, fuimos a hacer turismo con el grupo. nos llevaron hasta San Giovanni, una iglesia cercana, y conseguimos saber donde está la Bocca della Veritá; en ese momento descubrimos lo lelas que somos: estuvimos buscándola en dirección contraria, por eso nunca apareció. Ya lo sabemos para la próxima.

Después de esto continuamos hacía un jardín donde nos explicaron que, tras el régimen de Mussolini, comenzaron a llenar de rosas. Y así era, flores por todos lados. Junto a éste se encuentra la iglesia de Santa Sabina, y tuvimos la suerte de visitarla, donde, según cuentan, hay una piedra que el Diablo lanzó para que los creyentes le hicieran caso.
Lo más impresionante del jardín es sin duda sus vistas (aquí al lado os dejo un ejemplo de ello). Me hubiera quedado horas mirando la ciudad, esperando que quedase dormida, inventando mil historias para los viandantes o simplemente para inspirarme y que este blog parezca más una narrativa que una simple página de internet.

Por su parte, en Santa Sabina se estaba celebrando una boda de "alto copete" con preciosos vestidos, bolsos que costaban más que todo lo que llevaba puesto, altos tacones y coches... ¡Ay, qué coches! Aunque después del maravilloso Ferrari rojo hemos tenido la suerte de cruzarnos con otros tantos, desde estos hasta Porsche o Lamborghini. La bella Italia dicen, creo que parte de ese apodo se lo deben a esos automóviles, y os lo dice alguien que los coches no le dan más, no quiero saber cómo estarían paseando por las calles romanas unos cuantos que yo me sé...

Al día siguiente decidimos hacer turismo. Llegamos a Trastevere ya de noche, preguntando, para no cambiar las viejas costumbres. Descubrimos una S. Maria in Trastevere oscura (la noche ya nos había envuelto) y junto a ella disfrutamos de un crepe de chocolate.

Después nos pusimos en camino hacia Piazza Navona. Creímos que nos habíamos perdido y no sé cómo aún podemos pensar eso cuando yendo "tutto diritto" llegas a cualquier parte. Y llegamos así. De camino descubrimos unas cuantas tiendas que, aunque seguramente caras, nos permitían disfrutar de sus escaparates.


Y después de eso tocaba Panteón de Agrippa. Y otra vez a no encontrarlo, a preguntar y a terminar en el lugar indicado. Ese lugar es mágico, no sé que es lo que le hace tan especial, pero es verlo y quedarme anonadada: sus majestuosas columnas, su cúpula, su frontón... O puede, simplemente, que todo lo que hay en esta ciudad tiene un encanto incomparable.

Y ya sólo nos quedaba la vuelta a casa. Esta vez fue rodado: del Panteón al Palacio de Victor Manuel y de ahí al Coliseo a tomar el metro.



El lunes nos tocó ir a clase, no sé si ya os he contado que tenemos la tarjeta de la mensa y comemos por cuatro duros. Pues bien, había fiesta, como la hay todos los días, pero a esa decidimos ir: All you can drink, 10€ en la entrada y a disfrutar de la noche. Al principio pensamos que íbamos a estar solas, todo el mundo nos daba largas, pero después de buscar por donde no era el bar (al menos vimos la famosa Pirámide), encontramos a unas con las que habíamos coincidido en unas cuantas quedadas. Tuvimos que hacer cola pero entramos. No voy a hacer una crónica de la fiesta, quiero guardar mis secretos (en realidad no hay nada que contar, es una fiesta, todos habéis estado en fiestas).

El martes había que ir a clase otra vez, y fuimos, por mucha diversión que hubiéramos tenido el día anterior, pero esta vez fue día tranquilito: cena, peli ("La boda de mi mejor amiga", la recomiendo, es divertida) y a dormir, que había que recuperar horas de sueño.

Hoy tampoco hay mucho que contar, hemos conseguido unas cuantas firmas para acabar con el papeleo aunque mañana una servidora tiene que volver a dar la coña debido a su maravillosa cabezita loca que ha hecho que olvide papeles en casa. Lo sé, ni lo penséis, soy un desastre, es parte de mi encanto, ¿no? (al menos me gusta creer eso).

¡Esto es to, esto es to, esto es todo, amigos! Espero no aburriros mucho e intentar traer más diversión a estos lares.

No hay comentarios:

Publicar un comentario