lunes, 20 de agosto de 2012

Carta de amor a Roma

Querida  Roma, ha pasado ya un mes desde que nos separamos y no puedes hacerte a la idea de lo que te echo de menos, cada día más. Nuestra historia es graciosa de explicar, cómo llegué hasta ti cargada de sueños e ilusiones y cómo aquellos días fastidiosos de enero empezaste a caerme gorda aunque me era imposible enfadarme contigo, siempre tan dispuesta a todo… Y al final me demostraste que estar triste entre tus muros es algo casi imposible porque hay un millón de recovecos donde esconderse a llorar y, por raro que parezca, en cuanto los encuentras, tu vista está tan ocupada en disfrutar de ellos que no deja paso a las lágrimas. Así fue como, tras un breve desengañado amoroso, volví a confiar en ti, volví a enamorarme de tus calles, de tu historia, de tu idolatrado Coliseo como si fuese el primer día.

La pasta y la pizza característica de tu gastronomía se mezclaron en mis carnes con tus cafés después de comer, donde los españoles llevamos nuestra más que larga sobremesa a tierras italianas, con los helados de dupplo y nutella frente al Panteón, viendo como pasa de estar iluminado por el sol a saludar alegremente a la luna y las estrellas que parecen darse codazos para estar en primera fila del más maravilloso concierto del mundo, o la Pompi y sus ricos tiramisús... Pero creo, con permiso de otros muchos lugares, que la mayor característica que tienes, mi querida Ciudad Eterna, es que te quedas con parte de los corazones de aquellos que te visitan así que, ¿qué puedo decir yo, que he tenido el placer y el privilegio de poder vivir contigo, en ti? Ya sabes cuánto lloré cuando empecé a aceptar que el sueño de estar contigo para siempre se estaba agotando; no sé donde estarán mis lágrimas ahora, quizás continúen bailando dulcemente entre las aguas del Tíber o quizás hayan desaparecido por alguna alcantarilla, no me importa, porque sé que lo que tuvimos fue real, porque sé que me va a ser imposible olvidarte. ¡Tantas cosas buenas me diste que no soy capaz ni de enumerarlas aquí! Queda entre nosotras, tú lo sabes, yo lo sé y quienes deben saberlo también; porque sí, sobre todo me quedo con aquellos amigos que me brindaste, con aquellos amigos que aún están ahí, aquellos que aún me preguntan qué tal y que me dicen cuánto me echan de menos y que, por supuesto, yo les respondo con que a mí también me faltan mucho. Las risas, los paseos, los secretos, las fiestas descontroladas que terminaban a las tantas de la mañana donde cuadraba. Escribiéndote esto, siento los ojos húmedos, pero ya ha pasado mucho tiempo como para llorar por ti, ¿no crees? Y más sabiendo que nos vamos a reencontrar, te lo prometí y yo siempre cumplo mis promesas.

Aún no tengo fecha de retorno para volver a sentirte como el primer día, para volver a enloquecer con tu tráfico, con tus italianos a lo “ciao, amore”, a descubrir que un beso siempre es más dulce con la Fontana di Trevi de fondo… Y cuento los días para volver a verte aunque ya te he dicho que no sé cuándo será pero así me entristezco menos pensando que cada día queda menos para nuestro reencuentro.

Te prometo que vaya donde vaya, descubra la ciudad que descubra, el mayor “te quiero” siempre será para ti, guardado en una esquinita del mio cuore, esperando impaciente a poder decírtelo de nuevo cara a cara. Yo nunca te voy a olvidar, espero que tú nunca lo hagas tampoco.

Siempre tuya,
R.

No hay comentarios:

Publicar un comentario