jueves, 21 de marzo de 2013

"Se cayó el muro de Berlín y no conocí al mago Merlín"

Decepcionada ante la imposibilidad de finalizar con la película que hace algunos días comencé (voy por partes, como capítulos de series), vuelvo a las andadas de este blog para contar un poco qué ha sido de mi vida. Dos viajes tengo en la recámara de mi memoria, que espero no se agoten antes de tiempo, pero, hoy por hoy, me toca explicar el último realizado: Berlín.

Viaje de fin de carrera y nos asaltaba la duda: ¿dónde? Somos historiadores, queremos algo que nos sirva para divertirnos y conocer algo de lo que tanto hemos oído hablar a lo largo de estos cuatro años de carrera. Y salió la capital alemana. Cervezas, currywust y muchas cosas que ver.

Salimos el 6 de marzo hacia Madrid a las siete de la mañana. La demacrada ya estaba en proceso y eso que aún no habíamos hecho nada. Un par de horas después, nuestro avión destino Berlín empezaba a agitar sus alas.

Ya era de noche cuando llegamos. Cargados con las maletas, nos encaminamos como pobres turistas perdidos hacia el metro buscando desesperadamente la dirección Alexanderplatz, donde se encontraba nuestro hotel. Y tras vueltas y más vueltas, llegamos al albergue. Lo primero que hicimos al llegar fue tirar las maletas y tumbarnos un rato en la cama, era necesario un poco de descanso si teníamos intención de hacer algo.

Con las pilas cargadas, salimos a conocer un poco la zona donde nos alojaríamos durante cinco días. Mi primera impresión fue que todo era gris, cuadrado… Teniendo en cuenta que el muro que separó Berlín en dos desde 1961 hasta 1989 ha caído hace poco más de 20 años y que nosotros estábamos en Berlín Oriental, zona comunista, no sé de qué me estaba sorprendiendo. Sin embargo, eso cambió poco después, cuando llegamos a lo conocido como la Isla de los Museos, dándonos la bienvenida la increíble catedral berlinesa.


Continuamos nuestra caminata encontrándonos un restaurante/sala de exposiciones de Mercedes-Benz y, jo, ¡qué cochazos! Desde maravillas reliquias antiguas hasta los más modernos, pasando por maquetas. Nos quedamos un rato embobados ante aquellas maravillas que jamás podrían ser nuestras para reanudar nuestro cometido. Osos decorados que parecían recordarte la Berlinale en cada tienda y de pronto, al fondo, ella, el símbolo de la ciudad, la Puerta de Brandemburgo. No sé si será porque la primera vez que la vi era de noche y, si habéis leído un poco de lo que contaba sobre Roma, la noche me parece que hace todo más hermosa, pero, la verdad, fue amor a primera vista. 

Después de cien mil fotos a lo sumo, pasamos la Puerta de Brandemburgo para encontrarnos, a su lado con el Parlamento o Bundestag. Y, frente a él, una placa que recordaba que ahí había estado el "Muro de la vergüenza". Sinceramente, era una de las cosas que más me apenaba al recorrer Berlín, aquella muralla que separó a familiares, amigos, vecinos, simplemente porque estaban a unos metros más hacia el oeste o más hacia el este, y aún se nota la herencia que ha dejado al pasear por el lado antes comunista, antes capitalista...

La noche finalizó cuando encontramos, al fin, un lugar que nos pareció a todos propicio para cenar y tomar unas cervezas porque si no tomas una cerveza junto con una salchicha, ¿qué tipo de turista eres? Berliner fue la primera que probé, del resto ni me acuerdo del nombre, y el currywurst ¡oh, maravilloso currywurst! Risas, bebidas, comida, buena compañía, al fin y al cabo, tanto sobre la mesa como alrededor de ella, que hizo que siguiera dándole una oportunidad a una ciudad donde hacía tanto frío como aquella.

La mañana siguiente fue cansada, aunque sólo fuera por lo difícil que me iba a ser conciliar el sueño con dos de mis compañeros de habitación roncando como benditos. Desayunamos y nos encaminamos a ver algunos de los lugares que recordaban a las víctimas del holocausto nazi, aunque antes nos encontramos con una especie de banda escocesa (aunque el nombre de "Canadá" aparecía por todas partes) frente a la Puerta de Brandemburgo. Era difícil que alguna lagrimilla no se escapará al leer los testimonios en primera persona de algunos de los que sufrieron aquella injusticia, al leer cómo se rompieron familias... Hubo dos que me sorprendieron: dos mujeres de una misma familia que consiguieron "escapar" por estar casadas con hombres cristianos; el resto de sus familiares murieron en un campo de concentración. Y un fragmento de una carta de un joven que escribía a su padre para recordarle que lo quería porque sabía que dentro de poco iba a llegar su hora. Aún me emociono recordándolo pero es algo que debemos tener presente, que en Alemania te dejan presente, para que un hecho como ese jamás se vuelva a repetir.
Tras esto, continuamos conociendo rincones de Berlín entre ellos partes del muro que han decorado y colocado en algunas partes de la ciudad.

Hasta que llegó la hora de comer. Cuatro de nosotros, entramos en una pequeña trattoria italiana (admito las críticas que queráis por comer en un restaurante italiano en Alemania) donde compartimos cuarto riquísimas pizzas, y, de nuevo, separamos caminos para ir a conocer los museos que más nos apeteciesen.
El primero que "mi grupo" descubrió fue el Neues Museum donde su mayor obra era el busto de Nefertiti. No estaban permitidas las fotos y mi embelasamiento ante esa figura tan perfecta tampoco hizo que me acordase de la cámara para sacar una foto "ilegal", pero internet siempre ayuda para estas cosas:


Tras descubrir más partes del Antiguo Egipto, pasamos al Pergamon Museum cuyas obras más famosas son el Altar de Pérgamo y las Puerta de Ishtar. Aquí os dejo un pequeño ejemplo del motivo de su fama con una foto del Altar:

Cuando finalizamos la visita, teníamos una cita con el resto de nuestro compañeros para regresar al hotel, descansar y salir a cenar todos juntos. El problema de Berlín es su horario al cual no estamos acostumbrados: todo cierra antes, a las seis de la tarde el mundo ya está escondido esperando a la hora de irse a acostar. Pero a nosotros eso no nos iba a parar. Y os lo demostraré en la segunda parte del viaje a Berlín.















No hay comentarios:

Publicar un comentario