lunes, 23 de julio de 2012

Ostia Antica

¿Cuánto tiempo ha pasado desde mi última entrada? Sí, lo sé, una eternidad. No hace falta que me lo perdonéis, yo misma soy incapaz de perdonarme. Supongo que me hice "demasiado" a la vida italiana: tranquilidad, despreocupación, un "deja para mañana lo que puedas hacer hoy"; y así me planto en cuatro meses desaparecida de estos lares, ¡si hasta ya estoy en España! Cómo hecho de menos las calles romanas, el descontrol al volante, el olor a pizza y a café... Pero bueno, dejemos estos recuerdos para la entrada especial de este maravilloso viaje.
A lo que íbamos. Revisando mi anterior entrada, el viaje a Florencia, he visto lo decidida que estaba en hablaros sobre Ostia Antica. Mejor tarde que nunca, dice nuestro refrán, quindi... ¡allá vamos!

Ostia es el antiguo puerto militar romano, cuando el Imperio era el Rey del Mundo y los nombres de los Césares se comparaban con el actual Coco (que no el de Barrio Sésamo). Desde la parada de metro de San Paolo, tomamos el tren que va hacia los restos arqueológicos de Ostia Antica. Recuerdo lo rápido que comimos el bocadillo mientras esperábamos a nuestro transporte y el encuentro con Mané, Pascual y sus visitas.
¿Recordáis mi famosa matrícula de Historia del Arte? La de ahorro de dinero que he tenido con ella... Pues bien, en este lugar no fue diferente.

Lo primero que nos encontramos a la entrada es una serie de tumbas (si no me equivoco), entre las que nos colamos como si fuéramos pequeñas ladronzuelas de los tesoros de aquellos que ya nos habían dejado.


En lugar de seguir el camino indicado, decidimos caminar por la parte trasera, también permitido, la ilegalidad sólo la rozamos en Pompeya por seguir las indicaciones de mi querido Dani (aiiins, como te echo de menos...). Y entre los restos... 

Si, señores, esa que ven ahí haciendo el payaso soy yo, aunque estoy segura que la mayoría de la gente se hubiera hecho esa foto. Originalidad, digamos. Pues bien, estatuas como esa, incompletas, a doquier, así como rastros de inscripciones, edificios, sarcófagos...

Después de esto, continuamos la andadura entre las ruinas y los hierbajos para llegar al teatro. Y es ahí donde Mané y Pascual estaban jugando a la pelota con una serie de amigos venidos desde España. Y sí, leéis bien, jugando a la pelota, una especie de rugby se podría decir, entre restos del siglo I después de Cristo. Imaginaos a un romano de dicha época con su túnica y sus sandalias con un casco creado con, no sé, ¿piedras? ¿Madera? Bueno, olvidaos de esta ida de olla, es tarde y mis recuerdos están quizás un poco borrosos en mi memoria (¿demasiada fiesta desde entonces? Forse!)


Tras este encuentro, todos juntos nos dirigimos en busca de más edificios caídos y lo que me comentan que es una antigua basílica paleocristiana (con lo enterada que he terminado en estos temas tras mi Erasmus). Y aquí os dejo alguna que otra imagen:



No quiero ni pensar en todo lo que he olvidado comentar, las fotos hacen que diferentes flashes de aquel día vengan y vayan a mi cabeza pero ha pasado algún que otro mes y, como ya he indicado, es de noche y Morfeo me está llamando desde hace un buen rato, creo que no debería hacerlo esperar mucho más. Espero no olvidarme de mi amigo cibernético durante mucho tiempo después de este reencuentro. Espero que me volváis a abrir los brazos como el primer día y aunque no pueda contar ya muchas más aventuritas sobre mi Erasmus al cual ya he puesto el punto y final, siempre habrá cosas que contar. Siempre habrá aventuras y desventuras de una ciudadana del mundo.


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